viernes, 27 de noviembre de 2009

La Caza de Perdiz en Diciembre



En los años de escasez, limitar la caza es la medida más recomendable para el futuro de la perdiz en un coto. Hay caza alternativa a la de la perdiz.

Diciembre puede convertirse en un mes imposible para el cazador si se alían con la perdiz, como es de esperar en el norte peninsular, las nieblas, nieve,lluvias o heladas mañaneras son inconvenientes que merman las posibilidades de caza y las facultades del cazador, embarrado en medio del páramo, mientras las perdices hacen en el primer vuelo un viaje de lejanía, sin esperanza de retorno para el cazador encallado. Pero también puede convertirse en el último desguace de una población escasa que apenas mantiene cuatro perdices en cada bando. Me refiero ahora a las posibilidades de un mes con muchos festivos, algunos siempre seguidos y con un cambio climático que a veces invita a cazar en manga corta. Es especialmente grave cazar perdices en diciembre en una temporada de escasos recursos, como ocurre con ésta. Por eso, te invito a que vedes la perdiz cuanto antes y, como argumento, te doy una serie de motivos que lo recomiendan. A la vez, te propondré otras alternativas cinegéticas, para que no se haga tan crudo el invierno sin el tacto suave de una patirroja sobre la cadera.

Es bueno vedar porque los bandos este año son muy escasos en diciembre. La sequía prolongada de agosto hasta setiembre y octubre, se ha llevado de cada pollada dos perdiganas por mes y aunque ya se han unido en bandos, donde otros años con un par de polladas se juntaban dos docenas de perdices, este año ha quedado en una. Los primeros días de caza la saca de individuos es muy grande y los bandos merman a ojos vista. Octubre y noviembre suelen ser demoledores, especialmente donde haya cazadores con trapío.

Como norma de gestión, no debe quedar en este mes ningún bando con menos de cinco pájaros. A finales de diciembre y primeros de enero, según las latitudes, las perdices eligen collera dentro del grupo como paso previo a la disgregación de bandos, aislamiento de parejas, elección del territorio, y celo. Por cada cinco pájaros en diciembre puede haber posibilidades de dos parejas en primavera. Con cuatro perdices, lo más probable es que sólo salga un noviazgo por el posible sesgo del sexo y por las bajas naturales de alguna de ellas. Es muy importante el número de pájaros del bando, pues, como bien sabéis, el cincuenta por ciento de las parejas que acaban anidando, que no son todas, no tienen, por unas cosas u otras, éxito de eclosión.

En los cotos donde la temporada no se ha presentado tan ruin y quedan en diciembre perdices para ir cazando —porque el índice de jóvenes/adultas es superior a uno y medio—, es necesario reducir el cupo, el horario, las posibilidades de desplazamiento en el coto y todos esos limitadores que nos ponemos los cazadores para que la extracción sea más ligera.

Con carácter general, la especie más vulnerable de cualquier coto y la más agredida es la perdiz roja. Para resolver la escasez en algunos cotos no se les ocurre otra cosa mejor que reforzar con perdices de granja y aquí es cuando se da la puntilla al coto. Las posibilidades de supervivencia de las perdices de granja después de unos días en un coto normal es cero, según se ha comprobado por todas las experiencias y estudios al respecto. Pero no es lo más grave que las perdices repobladas se mueran por patologías diversas asociadas a virus, bacterias y especialmente parásitos, que en el campo ya no son tratados (además de los gérmenes patógenos de otro tipo que tienen las de campo y para los que las de granja no tienen resistencia); lo peor en estos casos es que los virus y parásitos que portan las de granja matan también a las silvestres. Y hay otros inconvenientes: además de la posible contaminación genética tenemos el peligro de la predación, que lo tiene muy fácil por la tendencia social de gallinero que tienen estas perdices y que las incita a juntarse y reclamarse nada más soltarlas en el campo para deleite de predadores. Eliminadas las de granja, el festín invita a los predadores a intentar lo mismo con las silvestres y aunque les es mucho más difícil, lo cierto es que representa un nuevo riesgo. Tampoco es menor el riesgo de caza a mayores animado porque «para eso las hemos echado». El incremento de presión sobre la población reforzada repercute siempre sobre las pocas que teníamos silvestres. No es la solución reforzar el coto.

La mejor alternativa es dirigir el punto de mira a otras especies. Las migratorias de invierno: becadas, torcaces, zorzales y anátidas nos visitan a partir de noviembre y en algunos territorios de manera muy generosa. Estas especies tienen mucha enjundia cinegética y hay muchos cazadores que se enganchan con verdadera pasión a ellas. También el conejo es una buena alternativa y hay cotos donde sus poblaciones son un problema por daños. La caza en estos casos tiene la virtud adicional de ser la herramienta imprescindible para resolver un problema, algunas veces muy gordo.

Otra alternativa muy recomendable, si quieres cazar unas perdices, es ir a los cotos intensivos donde hay una oferta para todos los bolsillos sobre perdices que cada vez están mejor logradas en cuanto a esas virtudes que valoramos tanto los cazadores. En algunos cotos se han logrado perdices esquivas, que salen raudas al acoso, que vuelan lejos y aunque se entregan más pronto, cazándolas sin mucho acoso pueden dar respuesta a un costo que siempre será mucho menor que intentar repoblar el coto. En todas las provincias, con mayor o menor fortuna y calidad, existen este tipo de cotos.

Las granjas son imprescindibles para resolver un problema que tiene la perdiz: que se caza por encima de las posibilidades naturales de reproducción. Esta demanda excesiva y la desaparición total de poblaciones en algunos territorios, han hecho imprescindible la proliferación de granjas para dar respuesta a estas necesidades de la caza. Allí donde no haya perdices silvestres hay que repoblar. Pero hay que hacerlo con método, no echando perdices al campo, que es lo que hacen en algunos cotos. No es eso. Repoblar requiere unas técnicas y unas calidades de perdices, que es necesario tener en cuenta. Una mala repoblación y las sueltas indiscriminadas, no sólo son un problema para el coto donde actúan de manera irresponsable, lo son para todos los de alrededor donde, a lo mejor, los cazadores hacen las cosas con sensatez y orden.

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